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-445- cente de Granada, capuchino, y ella con mucha fe, impetrando el favor de Dios por los méritos del Sier– vo Dios, lo dividió en dos pedacitos, y se aplicó a cada oído uno; y a las tres horas de tenerlos, sintió un ruido tan extraño, que se vió en la precisión de separarlos de los oídos; mas continuando sus súpli– cas por algunas horas, se halló de repente perfecta– mente buena, oyendo con tanta perfección o más que antes de estar sorda. (1) , ~ H En el mes de noviembre del año 1806, vivía en , el convento de Málaga el hermano Fr. Rafael de Málaga. A éste le dio un ataque de perlesía , que acompañado de fuertes convulsiones, lo puso a las puertas de la muerte. La noche del 8 de noviembre , esperando médicos y enfermeros que moriría, se acercó a la cama un Padre , y le dijo por dos o tres veces en tono muy alto: - <( Fr. Rafael , encomiéndese muy de corazón al Padre Fr. Diego de Cádiz , y tenga confianza en que ha de ped ir a la Santísima Virgen, cuyo Patro– cinio celebramos mañana, que le dé salud , y que la ha de conseguir ». El enfermo indicó que oía lo que le decían . Se retiró el Padre a la celda, mas con el cuidado con que él y toda la Comunidad estaban, volvió a bajar a las pocas horas a la enfermería, y cuando esperaba hallarlo agonizando o muerto , se informó del enfermero que al rato de haberse sepa– rado de allí, empezó el alivio, cesó el estertor, que era violentísimo , y entró en un sueño reposado y tranquilo. Por Id mañana se encontró despejado y en uso de sus miembros, y a los tres días abandonó la cama y anduvo por el convento y la ciudad. Afir– maba haber oído lo que le dijeron, y haberlo hecho del modo pos ible, pareciéndole ver al Beato Diego (1) C . Vives , pág. 357.

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