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- 444 - a lo sobrenatural en el modo y a la simple gracia o curación obtenida por el paciente. El hecho es que, al morir el Siervo de Dios se establece una corriente entre él y el pueblo cristia– no: éste encomendándose a él y valiéndose de su intercesión, y aquél obteniendo de Dios para los fie– les milagros y favores . Este es el culto privado, que después la Iglesia, cerciorada de las virtudes heroicas del santo y de sus mil agros en vida y muer– te, eleva a culto público y autoriza solemnemente con la beatifi cación y canonización de sus heroes. Teniendo esto presente, pasamos a la exposición de los hechos : En Cantillana (Sevilla) un hijo del pueblo , llama– do José Núfie z, fué corneado por un toro en el hom– bro izquierdo, con estrago en los tejidos, venas y tendones . Llamado el médico , afirmó ser de tanto pel igro la herida que había que amputar el brazo por el hombro, o dejarle morir . En tal estado, habló con el paciente Fr . Antonio de Cantillana, capuchino, le animó a que confiase en Dios y le pidiese la salud por la intercesión de Fr. Diego J . de Cádiz, dándo– una cedul ita y un sobre escrito con su letra para que se lo aplicase a la herida, y contra toda esperanza del facultativo, se al ivió prontamente de los agudos dolores y a los pocos días se hall ó sano y s in la más leve lesión. (1) En Coria del Río (Sevilla) una mujer, llamada dofia María Sánchez, viuda de don Ambrosio Sán– chez,de edad de setenta y siete afios, estando sorda de ambos oídos, sin haber encontrado alivio alguno con muchos remedios que se había aplicado, tuvo la proporción de lograr un trozo del hábito de nuestro Beato Diego difunto, que le proporcionó el P. Vi- (1) C. Vives, pág. 358.

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