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-442 - sobresaliente, satisfaciendo así el alto aprecio que del mismo V. Padre difunto hicieron, no sólo como su digno individuo, sino porque, como toda la nación, le veneraron y tuvieron siempre por el oráculo y apóstol de su siglo. » En este duelo general de toda la nación no faltó el pueblo, el cual le tejió a su modo una corona. Escribiéronse entonces infinidad de rélaciones de su muerte, que circularon de mano en mano y se ven– dieron en público, supliendo al periodismo, entonces en su infancia. Los amigos y confidentes escribieron relaciones y cartas de los hechos por ellos presencia• dos, entre las que sobresalen las de D . Lorenzo y D. Nicolás Ortiz y Zárate, notables por su valor biográfico; y los testimonios de pésame al P. Pro– vincial afluyeron desde toda España. Los milagros no se terminaron con su muerte, sino que siguieron multiplicándose en su sepulcro; y en toda Andalucía, así como en vida lo había venerado por santo, lo si– guió venerando el pueblo y encomendándose a él. En el seno de la tradición quedó viva e inmarchita– ble su memoria, esperando la voz solemne y defini– tiva de la Iglesia, que lo colocara en los altares.

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