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- --13~ - de soldados. Dentro del cerco que éstos formaban estaban varios sacerdotes, tocando rosarios, cruces y objetos de devoción y entregándolos a la muchedum– bre. El cadáver se conservaba fresco y hermoso, re– saltando la blancura de sus manos y sus pies, aun a pesar de estar edos estropeados por los caminos. El entierro estaba dispuesto para el díél 27, pero viendo que el cadáver no se podía defender y que amenazaban desórdenes, en vista de las gen tes que acudían de toda la comarca , se dispuso, que, abrien– do sitio la tropa, entrase el Cabildo, y se le hizo el oficio de sepultura, el 25, al anochecer , y con todo sigilo bajaron el cadáver y lo pusieron en una caja con cristal en la cara, cerrada con cuatro llaves , y encerrada a su vez en una caja mayor, con buena llave maestra. Hecho esto, se le dió sepultura en la misma Iglesia, en el altar de S. Joaquín. Al día siguiente llegaron las Comuni dades todas y parte de la Comunidad de Ubrique con su Prelado, los cuales, en unión del Cabildo , Clero, Cabildo Se– cular, Real Maestranza, le hicieron solemnísimos fu– nerales, con Vigi lia y Misa, que cantó el P . Guar– dián de Ubrique. Un velo de tristeza había caído sobre Ronda. Lloraban como si hubieran perdido a un Padre, a un maestro y a un hermano. Contaba el uno pública– mente sus milagros, aquel las curaciones recibidas, muchos su apostólica elocuencia y todos su extraor– dinari& santidad. Durante más de nueve días su se– pulcro se vió lleno de toda clase de gentes que ve– nían de los inmediatos pueblos a encomendarse a él y a seguir pidiéndole favores y mi lagros. Universus Jada et Jerusalem luxerunt eum. Todo Judá y Je– rusalén, es decir, España y la Iglesia, lo lloraron, que era para llorar la pérdida de aquella robusta co– lumna, sostén de la fe y de la patria.