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-428- tura, aunque en esto se remitía a la decisión de los superiores. Quedóse entonces a solas con su confesor, se confesó con grandes sentimientos de contrición y ternura, y pidió que le fueran administrados los San– tos Sacramentos, el Viático y la Extremaunción. Organizóse la comitiva desde la Parroquia de Santa María, con toda la solemnidad posible, acudiendo todo el clero, la Real Maestranza y todo lo principal de Ronda. El Beato Diego los recibió con el fervor de un serafín , haciendo actos de fe, esperanza y ca– ridad, lleno de compunción y ternura , contestando a las palabras del sacerdote con admirable serenidad y entereza, y dejándolos a todos tan edificados, que no les era posible contener el llanto. Quedóse en profundo recogimiento durante media hora, y esperó a que se despejara la casa del g randísimo concurso que había acudido al solemne acto, movido por el entrañable cariño que toda la ciudad le profesaba. A las nueve de la noche, se quedó solo con Fray José de Carcabuey, y le dijo que ya era hora de ha– cer el desapropio, el cual hizo con voz clara y con grande entereza. Renovó su profesión con notable fervor, y le dijo que le diese su bendición y licencia para morir, en nombre de su Prelado, pues quería aca– bar su vida religiosa como la empezó, por la obedien– cia. Enternecióseyturbóse sobremanera el pobre her– mano, que no se vió jamás en tan apurado trance, y sólo acertó a echarse con gran desconsuelo a llorar; pero el Beato lo consoló e instruyó, diciéndole lo que tenía que hacer, y, puesto de rod illas, Fr. José le dió la bendición para morir , en nombre de la Bea– tfsima Trinidad. · Le indicó después donde estaba la vela de Mont– serrat, que tenía guardada para la agonía; donde es– taba también la fórmula de la absolución de la Bula
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