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-421- su costumbre, buscó a los señores de la casa, y les preguntó por la torta y dulce recibidos, afirmándoles que estaba envenenada y que la tiraran sin probarla nadie, si no querían quedarse muertos. Preguntaron que quien la había traído, y nadie supo dar razón de ello. Decidieron, antes de tirarla, echarle para pro– bar un pedazo al perro, y a los pocos momentos mo– ría éste, revolcándose entre agudos dolores, cono– ciendo entonces todos los de la casa el espíritu pro– fético del Siervo de Dios. (1) Predicción de su muerte.-Como vamos a ver, sus últimas profecías fueron de su muerte ya cercana. Cerca de un mes antes de morir , le escribió un reli– gioso, amigo suyo, exhortándole a que, en considera– ción a lo quebrantado de su salud, trabajase con pausa y prudencia, y, como en chanza, le decía: «En fin, señor Gallego, avíseme usted antes de morirse, para hacerle cierto encarguito. » Respondióle el Beato a vuelta de correo: «No se tarde usted en hacerme el encarguito, pues mis malecillos siguen sin alivio, y n0 sabemos cuantos días se podrán soportar. » Esta carta estaba fechada en Ronda el 6 de marzo y el 24 del mismo mes murió . Escribió también a una reli– ligiosa de Sevilla, dirigida suya, y le aconsejó con grandes instancias que buscase director , pu~s quería saber antes de morir a quien elegía. Y como sabia su próxima muerte, se dedicó a prepararse para ella y ordenar sus asuntos para el trance supremo. (1) Este hecho lo he recogido de la tradició n, refe– rido por D.ª Angustias Elias, de Morón, Ministra de la V. O. Tercera de Sevi ll a. 28

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