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- 420 - buena y le decía: «Me alegro mucho asimismo tenga usted la gracia del Rey nuestro Señor para el éxi to de los grados. ¿Qué más claro quiere usted el favor de su Creador? ¿Y será bien desconfíe o tema en lo que resta quien en las mayores dificultades ha expe– rimentado su divina protección? ¡Qué reprensible ~ería su falta de fe en este caso! Vaya usted a Avi– la, tome sus puntos, baga su lección, responda a los argumentos y exámenes; empiece, siga y acabe los correspondientes actos 1 iterarios, y, puesta en Dios su confianza , deje a su cargo el éxito de todo , que sin duda será como suyo, si usted así lo hiciere. Cuide ahora de su cabeza para no llevarla cansada . El estudio sirve, si la especie ocurre cuando se ne– cesita, y esto más es de Dios que de la propia indus– tria. Fe, amigo mio, fe viva, que con ella saldremos bien de todo ». En vista de esto, y confiando en que Dios se lo intimaba por medio del Beato, se ordenó de presbí– tero, y marchó a A vila para graduarse. El día antes había faltado poco para reprobar a un graduando. Él mismo en medio de los ejercicios se perdió y notó flaquearle la memoria; un criado vizcaino que lleva– ba, al cruzarse con uno de los jueces, por decir que su amo estaba enfermo, dijo que tener mala cabe– za, con lo que empeoró la situación; mas sintió tan clara la protección divina, que se repuso, hizo unos ejercicios brillantes, y alcanzó los grados de bachi– ller y licenciado. (1) La torta envenenada.-En Morón, una de las veces, le ocurrió un caso verdaderamente raro. En– viaron una torta o dulce para el Beato Diego a la casa donde se hospedaba. El Beato Diego, contra (1) Relación de D. Nicolás Ortiz ) Zárate-Cró– nica del Convento de Ubrique-Año 1801.

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