BCCCAP000000000000000000000178

- 419- nosas, que desterró las tinieblas y dudas de su alma y lo dej ó en una paz de espíritu singularísima. - «Us– ted-concluyó el Beato- tiene muchos enfermos que visitar, a mí no me falta que hacer, encomiéndeme a Dios ». Le dió a besar la mano, y se alejó, dejando al médico absorto. (1) Caso de Ortiz y Zárate. - Con D. Lorenzo y D. Nicolás Ortiz y Zárate le unía al Beato una anti– gua y estrecha amistad por hallarse el uno de pre– ceptor de los Duques de Medinaceli y el otro de fa– miliar del Cardenal Delgado. Era D. Nicolás diáco– no, cuando la Misión en Madrid del Beato, y consul– tó con él su vocación. Oyó el Siervo de Dios todas sus razones, y le respondió:- «Conviene que usted se gradúe luego y se ordene de presbítero )). No era fácil esto , porque necesitaba la habilitación de sus cursos por el Rey, a causa de no haber cursado en Universidad. La víspera de partirse el Beato de Ma– drid, fué a visitarlo D. Nicolás. - «Y bien-le dijo el Siervo de Dios-¿no me pide usted cosa alguna? -¿No dice Vuestra Paternidad que conviene que me gradúe y ordene luego?-contestó Ortiz y Zárate. Facilítemelo usted con Dios . -Vaya, vaya - replicó el Beato- confíe en el Señor, practique sus diligencias, que Dios lo que– rrá ». Se despidieron para no verse más. A los pocos días recibe la habilitación de los cursos y las dimiso– rias para el prebisterado, tal vez por recomendación del Beato Diego. Quedaba el graduarse, y se lo im– pedía una extrema debilidad de cabeza, que le hacia imposible el estudio. Recibe entonces carta del Bea– to Diego desde Málaga , en que le daba la enhora- (1) P . Luis A. de Sevilla, pág. 564.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz