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- 418 - ponde que permanezcan quietos en Sevilla, que el ~eiior los sacaría bien. Las doce person,is de la fa – milia todas pasaron el cólera, y ninguna murió. (1) Caso del Sr . Haza ñas.-En la Misión de Osu– na, estudiaba la facultad de Medicina en aquella Uni – versidad D. Manuel Hazañas, joven alegre y diver– tido, pero afectísimo a asistir a los sermones del Sier– vo de Dios. Escuchábalo con atención, y le cobró un miedo reverencial extraordinario, mas no por eso huía de sus sermones. Entró casualmente en una Iglesia, donde Fr. Diego estaba orando ; púsose algo retirado, y de cuando en cuando lo miraba, como a hurtadillas; pero cuantas veces sus ojos se encontra– ron con los del Padre, que parecía quererle decir algo, fluctuaba entre el cariño y el miedo, que unas veces le inclinaba a acercarse a él y otras a salirse del templo. Lo hizo antes el Beato Diego, y pasando muy cerca de él, se paró y le dijo al oído y con tono bajo: - «Lo que quiero decir a usted es que no resista a las inspiraciones de Dios, que está experimentan– do ». Cambióse su temor en cariño al Padre Diego; cooperó a las inspiraciones del cielo, se aplicó a los estudios y se estableció en Málaga, donde pasados muchos años, y estando allí predicando el Beato, se resolvió a consultarle, por encontrarse molestísimo de graves tentanciones y dudas sobre la religión. En– trando en el convento, sin duda a visitar a un enfer– mo, lo buscó el Beato Diego, sentóse junto a él, y sin darle lugar a hablar, le dijo: -«Hace años que conocí a usted en Osuna. Lo que a usted le aflije y quiere consultarme es esto .. .» Y, como si leyera en el corazón, le fué refiriendo todo lo que pensaba, le dió razones tan claras y lumi- (1) P. Luis A. de Sevilla, pág. 550.

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