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-414- Evidentemente se refería a la Guerra de la Inde– pendencia, a la revolución española y a todo el pe– riodo que empieza en Trafalgar y acaba en Cavite y Santiago de Cuba. Este fué el Profeta público, duras nuntius, duro anunciador de los males que nuestra impiedad nos atraería. Las profecías privadas fueron numerosísi – mas también, y vamos a insertarlas. Predicción a un enfermo en Málaga.-Asis– tiendo a un enfermo en Málaga. D. José Muñoz, mé– dico, del que se temía la muerte próxima, se valieron el médico y la familia del P . Luis A. de Sevilla para que trajera al Beato. Fué el Siervo de Dios a visi– tarlo, habló y consoló al paciente, le dijo cosas muy altas de la Virgen Santísima y de la gloria, y termi – nó di ciéndole un Evangelio. Hallábase en cama un hermano del enfermo con un ligero constipado. Al salir, le dijo al P. Luis A. de Sevilla: «El enfermo que aparece de tanto pe ligro , según mi sentir , sana; mas con el otro no se descuide Vuestra Paternidad, por– que veo muy pronta su muerte. » Después de la media noche , el uno empezó a sanar y al otro le dió un ata– que de aplopejía, dejándole de vi da sólo algunas predicaba en Ronda, y haciendo una lista bas ta nte pró– lij a y horrorosa de los males que nos han ocurrido en todo el siglo que espiraba, todavía llamó /lores y deli– cias males tan at roces en comparación c:on los que nos agua rdan, afirmá ndose en este dicho, no en tono orato– rio , sino en tono profét ico. No sé qu é será de nosotros; pero nuestra patria des venturada ¿habrá ll egado a ser en la vista de Dios como jerusalén , o Nínive, o el valle de Pentá polis? ¿Tanto han subido de punto nues tras abominaciones, que el Señor quiere acaso borrarnos de l libro de los vivientes y que nuestro nombre no se pronuncie entre las naciones del universo?)) P. Vicente de Grazalema. Oración fúneb re del Beato Diego, pág. G6.

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