BCCCAP000000000000000000000178

-406- pidieron que les dijera un Evangelio, y habiéndose asociado a ellos Manuela Martos, demente hacía mu– chos años, dijo Fray Diego: ¿Dónde está esa pobre– cita que viene solkitando su alivio? Asombrados to– dos buscaron a la mujer y diciéndole un Evangelio la sanó. Curó adewás a una mujer de Algodonales que padecía de tuberculosis, y estaba desahuciada, y en Córdoba a otra pobre mujer de un tumor canceroso, las dos instantáneamente. (1) Imperio sobre la naturaleza.-Mandando el na– vío «Santa Bárbara» el general de brigada D. Joa– quín de Molina y Zuleta, comandante general de Marina en el Callao, (Perú) cerca de Buenos Aires le sorprendió una deshecha tempestad, todavía más temible, por hallarse cerca del «Banco inglés », cuyos bajos y escollos hacían aún más peligrosa la navega– ción. Viéndose en tal apuro, se acordó de que llevaba unas cedulitas del Beato Diego de Cádiz, que su de– vota madre, al despedirse, le había dado a preven– ción. Sacó unas cuantas, y, llenó de confianza, las arrojó al aire, viendo con admiración suya y de todos los que le acompañaban cambiarse el viento, cesar la borrasca y desaparecer el peligro. Et caballo desbocado.-En el camino de Andú· jar a Jaén , desde la Higuera al cortijo del Peñón, encontraron a un hombre de buen porte a caballo. Pasó, como dudando si era el Beato Diego o no; mas a poco quiso cerciorarse, y dejando el caballo, se volvió a saludarlos . Llegó, saludó al Siervo de Dios, y le besó la mano; pero al volver a recoger el caballo, no le fué posible, porque echó a correr y se desbocó de tal manera , que no le quedaron esperanzas de su• (1) P. Vicente de Grazalema.-Oración fúnebre , pág. 63

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz