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- 405- En Ubrique sanó a un niño que nació con la ca– beza deforme y monstruosa. Díjole un Evangelio, y lo dejó instantáneamente sano y sin deformidad al– guna. Este niño era hermano del presbítero D . Fran– cisco Carrasco. Este milagro y el del niño ciego , los cita el Pa– dre Grazalema a su O racion fünebre. (1) Hallándose el Beato Diego en Castro del Río, curó a Antonio García Criado de un a enfermedad de erisipel a, infección que le duraba ya siete años, sin alivio alguno. Acabado de decir el Evangel io por el Siervo de Dios, que le pasó la mano por la ca ra, se halló perfectamente sano, y no le vo lv ió más a repe– tir. Así lo aseguró con juramento. Las cedulitas de la Inmaculada -Como hemos dicho, el Beato Diego solía repartir las cedulitas de la Inmaculada , pequeñísimas tiras de papel , las cual es tenían la inscripción siguiente: In Concep tione tua, Virgo, l nmnculata fu isti. A Ye Maria. Ora pro nobis Patrem, cnjus Filinm peperisti. Salns infirmorum. Eran tiritas de papel, en la forma indicada , que ingerían los enfermos , bien en un va so de ag ua o en otro alimento. Esta costumbre la heredó de los padres antiguos, especialmente del V. P. Buenaventura de Ubrique, predecesor suyo en el apostolado. Por medio de ellas se obraron infinidad de milagros y curaciones. En Ronda le llamaron para una enferma muy de peligro. No fué a verla, sino que le m,rndó una cedulita para que la tomase con el nombre de Ntra. Sra. de la Paz y que hiciera una promesa a S. Cris– tobal. Lo hizo así, y sanó. En Zalamea la Real , hincados todos de rodill as, le (1) Padre Grazalema - Oración fú nebre , pág. 60. 27

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