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-404- so la mano el Beato Diego una crucecita pequeña de color blanco, señal que aun conservaba en 1811. Predicando en la Misión de Baena, se hallaba en ella una mujer, que con uno de los ojos no distinguía los objetos. Hacía bastante tiempo la curaba un ocu– lista, sin alivio alguno. Fué a pedirle al Beato Diego que le dijese un Evangelio, y así lo practicó, notan– do la paciente que por lo pronto le dolió mucho y le lloró; mas a la mañana siguiente se levantó perfec– tamente sana . El Padre Pablo de Granada , célebre predicador, estando en Sevilla, dispuesto a salir de Misión a unos pueblos del Arzobispado, sufrió un fuerte ata– que de reuma, que lo dejó baldado con la violencia de 1 )S dolores . Llegó el Beato Diego al convento, súpolo el paciente , le mandó recado , vino a su celda el Beato, lo consoló y le dijo un Evangelio. Reco· gióse el enfermo aquella noche sin sentir al pronto alivio, se quedó dormido, y a la mañana siguiente, cuando el enfermero fué a visitarlo lo encontró de pie y dispuesto a emprender el viaje. Fr . Angel de León, religioso lego, viviendo en Jerez , padecía un fuerte dolor de muelas, y habiendo visto que varias personas devotas solicitaban tener por reliquia el cubierto, la taza donde bebía, la ser– villeta o alguna cosa de las que usaba, y que conta– ban prodigios, que Dios había obrado con ellos a su contacto , determinó, lleno de fe, para aliviarse de su dolencia, beber una poca de agua en la taza que ha– bíaservidoal Siervo de Dios. Lo hizo así, y afirmó que instantáneamente se le quitó y no le volvió más. (1) (1) Fray Angel de León, escribió la Crónica del Convento de Sevilla. Aunque llena de inexactitudes, contiene innumerables datos, y es una de las fuentes históricas mejores que posee el Archivo Provincial de Sevilla.

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