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-400- Benicio del Puerto, sustituto del P . Eusebio, refiere ,que, hallándose en la Misión de Jaén , hospedado en el Palacio del Sr. Obispo, contiguo al Convento de fos Capuchinos, como a la hora de las diez de la no– che le pidió el Bedto que lo reconciliase. Lo hizo así, y, viéndole muy cansado del camino de aquel día , le obligó, sin admitir excusas, a que se acostase; pero, como a eso de las dos de la madrugada despertó, y quiso ver si Fr. Diego dormía; pasó a su cuarto, y no hallándolo allí, se fué a la tribuna, resuelto a traérselo, y le halló hincado de rodillas, bastante caído de espaldas, la vista elevada, los brazos en cruz, y rodeado de una claridad tan rara y admira– ble, que, sorprendido, asustado y lleno de pavor, se retiró. El mismo refiere lo siguiente: «Salimos de Jaen para Martas, donde estuvimos en casa de nuestro Síndico, D. Fernando Escobedo y Mexía una noche, y en ella sucedió lo mismo que en Jaen. Lo confesé antes de acostarse, y estaba verdaderamente debili– tado, y a la madrugada del día siguiente fui a ver si dormía, y no hallándolo en la cama, pasé al oratorio, donde le vi elevado como vara y media del suelo, rodeado de clarísima luz y exhalando un olor suaví– simo todo aquel sitio, con cuya vista me retiré tem– blando. Por la maiiana, cuando pude hablarle a solas, le dije: --Bien entretenido ha estado Vuestra Paternidad esta noche, y bien pudiera darme parte en sus glo– rias , como me las da en sus fatigas. Inmediatamente se hincó de rodillas, y me dijo: - «Compaiiero mío, bien he advertido que Vues– tra Paternidad me ha visto. Dios nuestro Seiior ha puesto sus ojos sobre este vil g usanill o de la tierra. Por amcr de Dios, me ha de dar palabra de no mani– festar a nadie este favor. Yo no me levanto de aquí,

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