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- 39::J- nas, y que lo es té el niño; pero «cuidado con no, disputar y ev itar toda porfia y contienda », pues en esto se desagrada a Dios, a quién debemos amar mucho en suma paz y unión . Su Majestad guarde a usted en su gracia. Su siervo en Jesucristo, FR. D1EGO JOSÉ DE CÁlJIZ. Esta carta la recibieron precisamente en el mo· mento en que estaban disputando sobre un asunto que amenazaba resfriar la caridad fraterna y turbar la unión en que vivían. Miráronse asombradas, y allí acabó la disputa , bendiciendo todos a Dios. La muerte repentina.-AI salir de Baena, don– de había predicado la Misión, iba acompañado de multitud de personas de todas clases sociales, y lle– gando a un arroyo, que está como a media legua de la ciudad, se paró de pronto, y en alta voz dijo: - Hermanos , encomendemos a Dios a un pobre– cito que acaba de morir. Rezó con todos va rios Padre nuestros. Continua– ron el via je, y a poco ll egó un sujeto, todo despavo– rido , diciendo que un hombre que venía con él se había muerto de repente. (1) Suceso del Puerto de Santa María. - Quisieron hablarle marido y mujer en el Puerto de Santa Ma– ría, mas nunca encontraban proporción. Viendo que el tiempo pasaba, determinaron escribirle una carta , la cua l quedó en entregarla la mujer; pero no le fué posible tampoco ha cerlo . Nada sabía el Beato de es– to, y , por superior impulso, la llamó, pidiéndole la carta y le dió sin abrirla la respuesta. (2) Extasis .-EI compañero del Beato, Fr. Felipe ( 1) C. Vives . pág. 305. (2) P. Gra zal ema. -Ornción fúnebrt> , pág. GS.

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