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-397- nía fama de santo. Llegóse al Beato Diego, pidién– dole que le echase su bendición; pero con grande pasmo de todos , no sólo no lo bendijo, sino que lo apartó de sí fuertemente y huyó de él con desacos– tumbrada precipitación. A los pocos días se averi • guó la causa de esto, pues cayó en manos de la In– quisición, y fué castigado por hipócrita. Los centinelas de Ocaña. -En Ocaña, predican– do a la Academia de Artillería, y llevando ya como media hora de sermón, paró de pronto, y, dirigién– dose al Presidente, le dijo : -Señor, si es posible, disponga V. Señoría que por este rato se cierren las puertas del Colegio , pa - ra que los pobrecillos soldados que están de guardia vengan a oir estas instrucciones. Así se hizo, y después se supo que, disgustados los soldados porque se les privaba de oirle, maqui – naban su deserción , lo que les hubiera valido un gran castigo. (!) Suceso de Estepa. -Alojado en Estepa en casa del Párroco y Síndico, D. Miguel de Matas , llegóse la hora de la comida y colocó al Siervo de Dios a su derecha. El buen Párroco, con la alegría de tenerlo en su casa , apenas se cuidaba de comer, juzgándose feliz de tener junto a sí a un verdadero santo. Fray Diego, conociendo por luz divina todo lo que pasaba en el corazón de su amigo, fingiendo querer beber un vaso de vino a su salud y clavando una mirada pene– trante en el Párroco , exclamó: -Padre Síndico, sólo Dios es santo. Yo soy un vil gusano de la tierra. Estas palabras produjeron gran impresión en to- (1) Cardenal Vives, pág. 305.

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