BCCCAP000000000000000000000178

-395- impulsado por una fuerza maravillosa. El Beato Die– go se acercó más, cubrióle el testuz con el manto, y vieron todos como movía la boca llena de fiereza en actitud de confesar, y que el Beato se alejaba de él, después de hacerle varias caricias, en direcci ón al cortijo. El vaquero, llorando amargamente, pidió a gritos confesarse, y lo hizo con grandísima contri– ción de sus pecados. Siguióse la Misa del Beato, en la que todos comulgaron, y, habiendo dado gracias y tomado un corto desayuno, se alejó con sus compa– ñeros en dirección a Sevilla ... (!) La fuente milagrosa.-Caminando, tambi én a los principios de su ministerio , cerca de Jimena , el hermano que le servía de compañero, rendido por el cansancio, que hacía mayor lo abrupto de la sierra, se dirigió a él, diciéndole que estaba abrasado por la sed. - Mira donde está aquella vaquilla sobre el mon– te inmediato, y ve que allí encontrarás agua. Yo me voy con Antonio-que es el que declaró el milagro. - Así lo hizo el hermano, y, llegando al lug<1 r , en– contró un surtidor de agua. Desde entonces se le llamó la fuente del Padre Diego. (2) Milagro de la cruz. - En Cádiz, hallándose ro– deado de gente, que le pedían les dijese Evangelios y les bendijese cruces y rosarios, notó que un mucha– cho, valiéndose de su pequeñez, se introducía entre el bullicio, se llegaba a él, cogía las cruces y se las vendía a los demás que estaban lejos y que a causa de la aglomeración de gente, no podían acercarse. Una las veces, al pedirle al Padre Diego crucesitas, este le contestó: - Yo te daré una cruz, que no podrás venderla. (1) Proc. 351.-Cardenal Vives, 307. (2) Proc. 300 .

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz