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CAPÍTULO XXVI Honores al Beato Diego La estimación y el concepto que del Beato Diego tuvo su siglo, se puede comprobar en los honores de que lo colmó , aun teniendo en cuenta la aversión reinante a los regulares, que amargó los últimos días del P. González. Mas fué tan extraordinaria su fama, tan ruidosos sus milagros y tan completos sus triunfos, que en España entera se despertó una no– ble emulación en las corporaciones eclesiásticas, científicas y civiles de tener en su seno a un verdade– ro santo. Forzosamente hemos de incurrir, al enume– rar estos honores , en algunas omisiones, porque los títulos oficiales se han perdido en los dos cataclismos de la Independencia y de la exclaustración . Honores pontificios .-Su Santidad Pío VI, már– tir de la revolución, al tener noticia del apostolado del Beato Diego, le dirigió un «Motu proprio )) , mani• festándose complacido de sus tareas, animándole a ell as, dándole su Bendición Apostólica y la facultad de conceder en cada sermón 120 días de indulgencia, 5.000 indulgencias plenarias, facultad de bendecir rosarios y cruces, con las indulgencias de Sta. Brí– gida. Termina encomendando su sagrada persona y todo el rebaño de la Iglesia en sus oraciones ; le en– carga particularmente gravísimas necesidades de la

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