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-380 - del reino en estos tiempos de oscurísima y pretendi– da ilustración? Ad j'aciendam vindictam in nationi– bus, increpationes in populis. A sostener las ver– dades de la fe y a que sean conocidos y castigado!:> los que la oscurecen. A que los pueblos, instruidos en el verdadero espíritu del cristianismo, reformen sus costumbres. Ad alligandos reges eorum in compe– dibus et nobiles eorum in mam'cis f'erreis. A suje– tar a los soberanos, poniendo en sus manos los gri– llos de oro de la justicia y la equidad; a atar la pre· potencia de los grandes y ministros del error. Uf f'a– ciant in eis judicium conscriptum. Para que revi– va en los tribunal es el lánguido espíritu de las leyes . ¿Y podrás contribuir a estos altísimos fines y rendir la poderosísima resistencia que te hará la dominante relajación de la fe y de la ley con una espada envai– nada y sin puño? Desenváinala y ponle puño, que con ella puedes, sin que lo dudes, poner a los pies de Jesucristo, no ya el reino sino todo el mundo » (1) Los mandobles de esta temiblt: espada de dos fi– lo!> fcieron dirigidos al corazón y a la cabeza de la revolución que entonces nacía. Montesquieu, Voltai– re, Rousseau, D'Alambert, Holbach fueron nombra– dos por él en el púlpito con execración; sus secuaces los impíos e ilustrados fueron tratados y amenaza– dos como merecían, y efecto de esta campaña ardie– ron en grandes hogueras millares de sus libros. El mismo Bossuet en su «Defensa del Clero Galicano » no se libró de una seria y tremenda refutación, y entre la ciencia española obró como un cauterio sa– ludable la apologética firme e intrépida del Siervo de Dios. La medida del poder infernal de la ciencia impía la puede dar el estallido de la revolución espa– ñola, que vino años después, haciendo astillas tronos (1) El Director Perfecto . Carta 24 de abril de 1780

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