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- 36S - -truirse en las materias que trataban. ¡Cosa rara en él! El que en orden a cuanto podía necesitar su cuerpo decía : «todo me sob ra, no lo necesito, tengo grave escrúpulo de verme tan provisto )) , en orden a los li– bros nunca los rehusa, los procura , sí, y aconsejan– do a sus hermanos que por medios lícitos a su profe– sión · 1os adquieran, jamás dice: «tengo bastantes )) ¡Cuánto no ha enriquecido a nuestras librerías este su deseo y eficacia en adquirirlos! Puede decirse que jamás llegó a nuestros conventos sin llevar al– gunos útiles y preciosos )) (1) Esta afición sólo era puesta a prueba cuando estaban lujosamente encua – ·dernados y eran incompatibles con la santa pobreza. Una vez hubo que le costó un verdadero sacrificio no poderlos admitir a causa de sus lujosas encuader– naciones . En sus conversaciones procuraba que fue – sen instructivas y científicas, aun entre seiioras, cuando se veía obligado a tratarl as. (2) Para instruir– se, oía con suma atención los sermones que se predi– caban en la Iglesia, asistía a las disoutas filosóficas y teol ógicas con los estudiantes en el convento, y nunca faltaba , por graves que fuesen sus o,:upac io– nes, a las conferencias morales . Era frecuente verlo con la soga de la campana en una mano y el libro en otra, aprovechando los minutos que faltaban para tocar; y lo que edifica más es que, a pesar de su gran caudal de ciencia y de ilustración divina, hizo largos viajes para consultar con los sabios de su tiempo puntos oscuros de la ciencia o de la Sagrada Escri– tura. Dotes intelectu:iles. - En cuanto a sus cualida– des intelectuales , convienen todos sus biógrafos en que tuvo una memoria extraordinaria. No leyó dos ·veces una carta , y todo cuanto leía se le quedaba (lJ P. Luis A. de Sevilla-Oración fú nebre , pág. 52 (2) !bid. pág. 59.

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