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- 366 - también el leer durante toda su vida cada día tres capítulos del Antiguo Testamento y tres del Nuevo. Los expositores, especialmente Alápide y Calmet llegó a dominarlos por completo. En teología dog– mática Charmes , Bolonia y la Suma de Santo Tomás casi al pie de la letra. En teología moral, San Alfon– so N\, de Ligorio, Antaine, Natal y otros muchos. Las obras de Santa Teresa y de San Juan de la Cruz se las prestaron en el vecino convento de ob– servantes de Gaucín, y poco a poco se fué leyendo l0s ascéticos y místicos de la edad de oro española, principalmente la «Mística Ciudad de Dios», las obras de Granada, La Puente, Ribadene ira y Beato Avila. En Santos Padres , además cte San Jerónimo. San Agustín, y el Crisóstomo, que él confiesa haber leido, se llevó a Ubrique en su.s primeras excursio– nes las obras de Santo Tomás de Villanueva, San Antonino, San Antoni o, S . Buenaventura, S. Ber– nardino de Florencia, San Bernardo y el Cardenal Belarmino. De ellas las que más le gustaron, y se apropió, fueron las de San Bernardo y San Bernardi- 110. En oratoria moderna (entonces) Bossuet , Massi– llón, casi de memoria, Séñeri y otros muchos. En derecho canónico hi zo estudios profundos y llegó a convertirse en canonista consumado . En hi storia leyó todo lo que encontró, que no fué poco , como lo de– muestran sus escritos. En resumen, su celda llegó a ser como la biblioteca del convento; todo el que lle· gaba se lo encontraba estudiando, y su pobre me– sa, su duro lecho , el banquillo y hasta el suelo se mi• raban llenos de libros, y al Siervo de Dios, como abeja solíci ta, en medio de ellos. (! ) ( 1) Leáse la Oración fún ebre del Beato Diego, predica da en Ronr1 ;1 po r el P. Lui s A. de Sevi lla . en la que lo prese nta como sabio , y dél in fin idad de noticias curiosas .
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