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- 365 - Sentemos como principio que el santo nunca tien– ta a Dios, y fuera tentarle pretender que todo le viniera de lo alto . El Beato Diego fué un hombre de ciencia , y aunque es verdad que él por humildad exageró su ignorancia, es no menos cierto que toda su vida estuvo consagrado al estudio . El estudio era el prólogo de su oraci ón y la oración complemento del estudio. Y cuando llegaba al límite que la inteli– gencia humana no puede transpasar , entonces , pega · da su frente al polvo , suplicaba a Su Ma jest ad que lo iluminase, y ve nía el torrente de la ciencia infusa, de la ilustración sobrenatural, que suplía los gene· rosos esfuerzos del soldado de la fe, en el cual la gracia completaba a !et naturaleza, sin anularla , sino realzándola y elevándol a a regiones superiores . Estudios del Beato Diego.-Es verdad que , du– rante el tiempo de la filosofía, no se vió en él nada notable; pe ro, como observamos en su lugar , al ll e – gar al tratado de Deo et attributis, despert óse súbi– tamente su inteligencia, requirió todos los libros que halló a mano , consultó frecuentemente con su lector, y todos advirtieron desde entonces la mudanza en la fuerza y precisión de sus argumentos . En Cádiz y más tarde en Ubrique, se apoderó de él un hambre insaciable de saber ; no se le caían los li bros de :a mano ; dedicó siete horas diarias al estudio; consul– t abél frecuentemente con el Padre Francisco J. de Cádiz, su maestro , que había ido a Ubrique de Su– perior , y dió cuenta bien pronto de la biblioteca , has– ta el punto de que su salud empezó a fl aquear y fué preciso tas arle las horas pard el estudio. Se pueden ir siguiendo paso a paso los libros que leyó. Teol ogía fundamental, dogmática, moral y mística. La S . Escritura fué objeto de un profundo estudio , aprendiéndose de memoria los cuatro EYan– gelios y las Epístolas de San Pablo , e imponiéndose

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