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-358- ra rse que nadie pretendiera engaiiarlo, y solía decir: -«Jamás me persuadiré de que alguno quiera enga· ñarme» . Efectivamente lo engaiiaron algunas veces en cosas de poca importancia y trataron de compro– meterlo, mas pronto se v ió la nobleza y sinceridad de su proceder . En el trato con los inferiores fué siempre amabilísimo; con los S uperiores de la Orden y. con los Sres. Obisp0s estaba cohibido y con gran respeto. Por más familiaridad que le manifestasen, no trar.spasó nunca los limites de la urbanidad con que por su carácter piden ser tratados. El Ilustrísi– mo Obispo de Guadix dijo varias veces:- «Me con– funde este Padre Cádiz, pues, por más que hago , no puedo conseguir que no me trate como a Obispo, sino como a fraile >> . Hemos dicho y volvemos a repetir que el Beato Diego pasó gran parte de su vida en Ronda . Y lo más g rande y asombroso de esta estancia, examina– da a la luz de los documentos, es que siguió allí la observancia como en el claustro, repartiendo su tiempo entre la oración, el rezo y el trabajo. No acostur!'Jbró hablar con los de cása, ni salió, sino mo– vido por la caridad , ni pidió nada, ni osó mandar a ningún criado , ni dijo que era hora de comer, y al insinuarle algo, contestó invariab:emente: ~Tengo dos criados: Sirvete a ti mismo y conténtate con poco. » Eficacia de su ejemplo. - De todo lo que va dicho sobre sus virtudes, fácilmente puede deducir– se cual fué la eficacia de su ejemplo para la forma– ción de la juventud. Sus virtudes, su ciencia , sus mi lagros , su apostolado y su fama universal influye– ron poderosamente en la juventud capuchina de su tiempo, despertando en ella la emulación santa para emprender el camino de la san tidad, de la ciencia y del apostolado. No hay predicación comparable a la
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