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- 32 - ·que forme el que no conozca en conjunto las impre– sas y las inéditas, es propenso a error, por falta de un conocimiento completo de ellas. Car tas al P. Puigcerdá.- Por su importancia .autobiográfica, insertamos aquí las dos cartas al Pa– dre Jaime de Puigcerdá sobre la predicación, aunque previniendo a los lectores acerca de los juicios que le dicta su humildad. J. M. y J. «Ronda 30 de agosto de 1793. Mi R. P. Fr. Jaime de Puigcerdá y mi amadísimo ·.hermano en el Señor, de mi mayor veneración: Con la debida recibo la muy apreciable de V. P.M. R. de 13 del que acaba, a la que correspondo agradecidísimo sobre toda ponderación; pero asegurándole, que, si me conociese o tratase de cerca,· mudaría entera– mente de parecer en el juicio que de este humilde apasionado tiene hecho. Me explicaré, si puedo, por p&rtes o asuntos. El don o gracia de predicación, no sólo lo conoz– ·CO, como V. P. R. me lo propone, sino que lo tengo así ccnfesado en algunos de los papelitos, que, igno– rándolo yo, se han impreso, asegurando que Mihi omnium sanctorum mínimo dala e.5t gratia hcec, evangelizare. Lo conozco, Padre mio, y sería un ladrón de la gloria de Dios si lo negase o me apro– ,piase lo que ni es mío, ni merezco . Y para que V. P. R. se confirme más en ello, quiero confesarle sencillamente una verdad, la que no me he avergon– .zado de manifestarla alguna vez que se ha ofrecido. Esta es que ignoro enteramente las reglas de la -oratoria y el modo de formar según ellas un sermón. Es verdad que antes de concluir los estudios me ,puse repetidas veces a estudiarlas , por la neces:dad

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