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- 355 - .siglos, que hereda la santidad de sus mayores y con ella las tradiciones gloriosas, y, después de conti– nuarlas, las lega a la generación posterior, para que ésta a su vez las guarde y sepa continuarlas y tras– mitirlas. Presta mucho más interés a esto el haber sido un santo, que la mayor parte de su vida vivió fuera del claustro, y aun así no salió nunca de la so– ledad, porque la llevó siempre en el corazón, con– virtiendo Ias casas en desiertos y los palacios en Tebaidss . Entre las máximas de su espíritu, por las que se gobernó durante toda su vida , una de las principales fué esta: «Cumplirás con exactitud las costumbres y ceremonias de tu Orden, sin discrepar de ellas un punto, pues así te lo enseña Jesucristo , cuando dijo: Non veni solvere, sed adimplere, y ten presen– te el dicho del Espíritu Santo: JVlelius est non vo– vere, quam post votum promissa non reddere. La puntual observ,rncia de todas tus leyes será , pues, tu primer y constante estudio. Por tanto, en todo has de seguir a la Comunidad, huyendo de to– da particular exterioridad, que más destruye que edifica en el prójimo ; pero recogida o retirada en tu interior a tus solas - habla con su alma - tratarás con Dios para oir sin confusión sus voces y entender bien cual sea sobre tí su voluntad, que por este o aquel camino, a esto mira: santificatio tua ». (1) Asistencia a los actos de Comunidad. - Fiel a esta máxima, era el primero en acudir a los actos de Comunidad , a los Maitines, a la oración por la maña– na y al rezo de las horas canón icas . Si estaba dentro del convento, se iba con antelaci ón al coro, y allí se lo encontraban de rodill as ; si venía de predicar , en cualquier convento que entrase, desde aquel punto (1) Máximas para su interior gobierno etc. Córdo– ba.-lmprenta Real.

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