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CAPÍTULO XXIV Observancia regular Hay una virtud, que sin reducirse a las demás, es el compendio de todas. Cuando ella reina en los claustros , florecen a su lado todas las virtudes ; cuando ella falta se desploma el edificio de la Reli– gión. Toma de la fe su fortaleza, de la esperanza su aliento, de la caridad su mérito. Mirada como morti – ficación, es la mayor de las mortificaciones; mirada como obediencia, la obediencia a Dios más acepta ; considerada como sacrificio, el holocausto a Dios más agradable. Es esta la observancia regular; es la prática de todas las virtudes en la vida común den– tro del claustro; es seguir a la Comunidad en la ora– cion, en el oficio divino , en las mortificaciones, ayu– nos, abstinencias y aun en el estudio y el trabajo , que la convierte en un coro de ángeles, en una fa– lanje de apóstoles, en una escuela de perfección y de santidad. De intento le hemos reservado capítulo aparte, porque el ejemplo de un santo dentro del claustro y consagrado a la observancia regular, es un apos– tolado grandemente fecundo , que anima a los bue– nos, estimula a los tibios, contiene a los relaj ados, contribuye al sostenimiento de la disciplina y a la conservación del espíritu de la Orden, haciendo qlie el santo sea un eslabón en la cadena de oro de los