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-344- riencias, que la prosperidad, las abundancias, los aumentos y progresos de los pueblos y de las fami • lias provienen de la religiosidad con que servimos a Dios y con que le damos el culto y veneración que se le debe. Leed la Santa Escritura, y encontraréis en toda ella repetidos testimonios y muchos ejem– plare.;; que os evidencian esta innegable verdad. Responded, impíos, si tenéis qué, a la infalible pro– mesa, asociada de un divino precepto del Sagrado– Evangelio: Buscad ante todas las cosas el reino de Dios y su justicia, que todo lo que es temporal y ne– cesitáreis se os dará por añadidura: Quaerite pri– mum regnum Dei etc. » (1) «Ne es menos patente su deseo y su conato (de· los impíos) por destruir y aniquilar la Santa Iglesia, si les fuese posible. Esto indica su encono y desa– fecto, paliado en unos y en otros manifiesto, a la Silla Apostólica, o al S. Pontífice, su Cabeza visi– ble, como Vicario de Nuestro Señor Jesucristo. Su sistema impiísimo es de empobrecerla, sintiendo y hablando mal de sus rentas y temporalidades de que quisieran verla despojada, y la enemiga con que mi– ran al Clero, a las Religiones y a los Soberanos, que como defensores de su Madre, la Santa Iglesia , con– servan y sostienen en sus dominios estos respetables místicos escuadrones quesoncomo alma del cuerpo de una república católica y aquellos setenta valentísimos de Israel , que ceñidos con la espada de la palabra de Dios y de su sana doctrina, guarnecen el lecho del divino Salomón, nuestro Señor Jesucristo, que es su Santa Iglesia, para defenderla de los temores o asal– tos de la oscura noche del error y de la herejía ». (2} O) Math 6·33 . Sermón fúnebre de Fr. Santiago Melgar, pág. 91. (2) Beato Diego. Sermón fú nebre del Padre Ruíz, pág. 412.

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