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- 340- En sus enfermedades casi continuas encargaba mucho a los médicos que no le recetasen medicinas costosas, y a los enfermeros, que le traían algo ex– traordinario, les decía con mucha gracicJ, que le tra– tasen como a pobre, añadiendo: - «La singularidad en los platos, vasos, etc., es– ta no es la que me ha de dar la salud, sino la volun– tad de Dios, y así no defraudemos el tesoro de la santa pobreza » (1) Lo afligió siempre mucho que le cortasen el há– bito y el manto. Cerraba contra él la muchedumbre, arrollaba la escolta, y todos armados de tijeras y na– vajas, con el fin de tener una reliquia de él para sus enfermos, le hacían pedazos el hábito y el manto, los cuales eran preciso componer y remendar continua– mente. Hablando de ello, muy disgustado de verse con el hábito y manto reducidos a pingajos, solía decir: -No siento esto que hacen, porque me sirva de ocasión de vanidad, pues, gracias a Dios, que en ello no la conozco, sino por el perjuicio que padece la santa pobreza y el gravamen que esto trae a los Prelados que me visten ». · Suspensión de la franquicia postal.-Mayor apuro fué cuando el Gobierno suspendió la franqui– cia postal que gozaban los religiosos. Cortó casi to– da su correspondencia, que era enorme, escribiendo muchas cartas por el estilo de esta:- «Es preciso dar punto a nuestra correspondencia; soy de profe– sión pobre, como usted sabe; están nuestras cartas sujetas al porte, como las demás; por tanto no me es lícito recurrir para su satisfacción, ni se ajusta con mi conciencia que U1sted la franquee, como el asunto. no sea de tal gravedad, que así lo pida » Ante y des– pués de este contratiempo era muy mirado en el gas- (1) !bi d. Proc. 278.

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