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- 339- se les dieran limosnas y se socorrieran, aunque sin manejar dineros él mismo ni mezclarse en su distri– bución. Caso de Benaocaz. - Una vez, durante su es– tancia en Ubrique y en los primeros tiempos de su apostolado, le ocurrió en Benaocaz, que debiendo un sacerdote , llamado D. Bartolomé, enviar la limosna de unas Misas a un amigo suyo religioso, que estaba en Ubrique , suplicó al Padre Diego llevase la carta , sin decirle que dentro iba el dinero . Fr . Diego , al t iempo de bajar a Ubrique, suplicó que le metiese en el capucho el papel o carta; mas apenas entrado el papel en la capucha, cuando todo inmutado, lo de– volvió, exclamando con mucho miedo : - «Sr. Don Bartolomé, quitadlo por el amor de Dios. Meted dentro una serpiente , y le serviré , con– duciéndola sin ningtín temor ; pero dinero , no; perdo– nadme. » Y haciendo la señal de la cruz y despidiéndose , se marchó luego, dejando edificado y aturdido al eclesiastico » (1) Visita del Embajador de Rusia a su celda.– Mientras el Beato estaba de Misión , llegó a Málaga, donde residía como conventual, el Embajador de Rusia, D. Esteban Zinowief, aquel que se convir– tió en las i\1.isiones del Sitio Real de Aranjuez de modo tan extraordinario. Sintió bastante no encon– trarle en Málaga , y suplicó al P . Guard ián le permi– tiese ver la celda del Siervo de Dios. Entró en ella, y al ver tanta pobreza, se enterneció y se llenó de admiración . Suplicó le dejaran llevarse un librito piadoso que estaba sobre la mesa, y dejando escrito su nombre , encargó mucho a los Padres que le escri– biesen lo encomendase mucho a Dios. (2) (l) C . Vives, pág . 281. (2) C . Vives. pñg . 27tí.

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