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-338- de Cádiz domin io ni uso de libros o de otra cosa que pueda llamarse propia! ¡Blasfemia! » En aquel momento los puso todos de la parte afuera , los llevó a la biblioteca, y allí los buscó en adelante, no dejando sino el breviario y la Santa Biblia . . El Ayuntamiento de Sevilla le hizo un regalo de chocolate . El lo despidió con agradecimiento, y les dijo que , s1 querían , podían llevarlo a las M. M. Ca– puch inas de limosna. El Beato se hallaba hospedado en las habitaciones del Padre Capellán. En la cola– ción de aquella noche le pusieron una taza de choco– late, y como uno por casualidad le dijese que era del que había regalado el Ayuntamiento, soltó la taza y se fué a las diez de la noche a dar cuenta al Sr. Ar– zobispo de lo que pasaba, siendo necesaria toda la prudenc ia del virtuoso Prelado para aquietarlo. El Deán de Santiago de Compostela pretendía regalarle también chocolate; pero, no pudiendo con– seguir que lo aceptase, se valió del artificio de re– galarle medallas del Apóstol Santiago para que las distribuyese. En Toledo le quisieron cambiar el sombrero de paja, escondiéndole el viejo ; mas apenas lo supo , no lo quiso admitir y fué preciso devolvérselo. ¿Admitió alguna vez nuestr0 Beato Diego esti– pendio de sermones? En los de Misión ordinariamen– te no; mas en las novenas y predicación suelta, cuando le ofrecían algo , solía señalar conventos ne– cesitados, bien de nuestra Orden o de otras Orde– nes Religiosas, para que los socorriesen . Así logró que muchos pagasen las deudas que tenían contraí– das y saliesen de apuros, y, sin menoscabo de la san– ta pobreza, veló también por la caridad , especial– mente por conventos de Religiosas, pobres y entram pactas, y por los pobres, en general, a los que procuró

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