BCCCAP000000000000000000000178

-335- ficación. » Durante la Misión de Sevilla, los Excmos. Sres. Duques de Medinaceli, que lo tenían hospedado en su palacio, advirtiendo lo viejo y remendado de su hábito y lo destrozado de sus sandHlias, dispusie• ron que se le hiciera todo nuevo. El Beato Diego se lo encontró en la habitación, juntamente con la orden de su Prelado, que le mandaba admitirl0. Por obe– diencia y por no disgustar a los duques, se lo puso, lo tuvo algunas horas, todo corrido y avergonzado, y acabó por suplicar a los señores le permitieran vestir su antiguo hábito, a lo que accedieron edifi– cados . Jamás admitía hübito nuevo, sino lo~ que de– sechaban los demás religiosos. Muchas veces suce– dió que le prc,porcionaban ropa y pañuelos ; pero nunca los admitía, y una señora que le cambió la ro– pa por otra nueva , viendo su disgusto, se la tuvo que devolver. Un señor, amigo suyo, le mandó hacer unas sandalias nuevas , y le quitó las viejas. -Deme nuestras sandalias-le suplicó Fr. Diego. - Pruébese estas - le respondió su amigo, a ver si le vi enen bien. - D. Mariano-respondió -estas no son las que yo llevaba ni puedo admit irlas. Tuvo que tra erle dicho señor las viejas, y el Bea– to exclamó: - Con estas he salido del convento y con ellas es justo que vuelva. (1) «Fué admirable-dice un testigo-la pobreza de su hábito, siempre usado , así como en las sandalias y en las otras cosas de su uso, pero siemp re limpio– y aseado. » (2) (1) Vita del B. Diego Giuseppe da Cád ice, per il P. Paulo dalla Pieve.-Roma Tip . Salviucci-1 894 pági.– na 259. (2) !bid.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz