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-330 - cuando éste, como a superior, o más bien represen– tante único de la Orden entonces en Ronda, le pidió licencia para morirse . Fuera del convento, su compañero era para él el superior. Sucedió llegar un corista de paso a Ronda, ir a visitar al Beato Diego, y este recibirlo de rodi– llas y no levantarse hasta que el corista se lo man– dó. Otra vez, entrando con su compañero en una Iglesia, cuando estaban dando la bendición con el Santísimo, el compañero, tal vez por azoramiento o por salir antes que la muchedumbre, dijo : -Padre Diego, vámonos. Con sorpresa de todos, se retiró mediada la ben– dición, entendiendo que la obediencia es mejor que el sacrificio. (1) El Emmo . Cardenal Vives explica un párrafo del P. Luis A. de Sevilla, relati vo a su obediencia, que dice : «Pero no fué ciega su obediencia, cuando co– nocía por otra voz superior a la que sonaba en su oido, que iban a seguirse consecuencias fatales a las conciencias de los fieles. Entonces era inflexible en su opinión, y así ni aun expresos mandatos bastaron para que ni escribiese ni hablase contra ciertos abu– sos públicos y secretos. Lo continuaba con gran te– són , y con gran mansedumbre respondía en estilo apostólico : Si justum est vos audire magis quam Deum,judicate » Como advierte el Emmo. Carde• nal, no se trata aquí de verdaderos superiores suyos, porque el Beato Diego era incapaz de desobedecer , bien a sus legítimos Superiores, bien a la misma au– toridad constituída, sino a mandatos de quienes no tenían autoridad sobre él y querían gobernar y go– bernarle con prudencia carnal y mundana. Los únicos casos que conocemos , y a los que parecen referirse (1) Cardenal Vives , pág. '277 .
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