BCCCAP000000000000000000000178

- 329 - Otura. Si ninguno de los dos le acompañaba, sino el donado, éste hacía de superior. Este, sumamente sen– c:illo, cuando le apretaba el hambre, le decía : -Padre Diego, ya es hora de comer; este es buen sitio, y sentándose en el suelo los dos comían. Cuando se cansaba de ir callado, le volvía a repetir: - Ya es tiempo de que hablemos un rato, y al punto entablaba con él una conversación espiritual. Si veía que el Siervo de Dios andaba demasiado a pié, le decía con imperio: - «Ya es ocasión de que se suba Vuestra Paterni– dad en el mulito »-«Hoy es domingo-le decía otras veces-no se hace jornada, es menester descansar»; y el Beato Diego se sometía como .un niño . Llegaba el sencillo donado a señalarle tema pa– ra los sermones. -Padre Diego-le mandaba-esta tarde ha de predicar Vuestra Paternidad de la dureza de cora– zón, y ha de salir aquello de la llave y cerrojo del Arca de Noe. Puntualmente lo ejecutaba el Apóstol, trayen– do la materia y los pasajes indicados, y como una de las veces se viera defraudado el hermano, le dijo : - ¿Para qué ha sido, Psdre Fr. Diego , haberme nombrado su Vicario, si no ha de hacer lo que yo le mando? Nada ha predicado Vuestra Paternidad de lo que yo le dije en el camino . -Es verdad-contestó el Beato Diego-que le he faltado a la obediencia, porque el verdadero su– perior mandó otra cosa. No me parece que he tenido culpa; pero pondré más cuidado en obedecer a Vues– tra Caridad. (1) Más adelante veremo3 el apuro en que se vió di– cho hermano en la hora de la muerte del Beato, (1) P. Luis A. de Sevilla, pag. 314.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz