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-328- Vea Vuestra Paternidad la carta, que para probarlo Je escribí , y lea después su respuesta. Leyó el Padre Secretario ambas cartas con ad– miración. -¿Qué haremos ahora?-decía pensativo el Pa– dre Provincial. Y como el Secretario nada le contestase, añadió : - Revocar inmediatamente la orden, y harto sien– to que mi autoridad me impida pedirle mil perdones. Pero vos, Señor-concluyó mirando al Crucifijo– me inspiraste que así probase a vuestro Siervo. Tomó la plum& y le escribió: «Recibo la de Vues– tra Paternidad . Quedo satisfecho. Serénese, y con mi bendición y ésta , que le servirá de obediencia , siga su ministerio por. donde Dios le inspire y pida a Dios por mí. ,> Tuvo que darse prisa el Padre Provincial, y si n esperar correo, mandársela con un propio, que pudo alcanzarlo, cuando iba a cumplir ya la primera or– den ». (1) Obediencia a los inferiores . - La obediencia del Beato Diego no se limitó a los superiores o Direc– tores , que hacían para él las veces de Dios, y cuyos mandatos eran para él garantía de acierto, si no que se extendi ó a los inferiores. Al salir de Misión y emprender el camino , reunía a sus compañeros, y , con una jovialidad encantadora, les decía : - Vamos a hacer Capítulo. El P. Mig uel es el Guardi án, el hermano el Vicario, el burro y yo los súbditos. En lleg ando a un pueblo o ciudad, en todos los asuntos que ocurrían, solía contestar : -Vayan ustedes al P. Eusebio o al P. Miguel de (1) P. Luis A. de Sevilla , pág. 263.
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