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-327 - to Patriarca. El Beato echó a andar, sin replicar pala– bra, tomó la bendición del celebrante, subió al púl– pito, y estuvo hablando hora y media de San José, tan alta y divinamente, que los Padres no salían de su asombro. Preguntáronle, admirados , cómo había podido salir del trance, y exclamó: - Padres míos, la obediencia hace mil agros. Pruebas del P. Provincial. - Estaba predicando la serie de sermones de la Misión de Sevilla , cuando recibió una carta de su Provincial, en la que, tratán– dole de fraile caprichoso, voluntarioso y desobed ien– te, le decía: «Para que V. P. practique lo que pre– di ca , luego, luego que esa Misión se concluya se re– tirará al convento que le señalo, donde estará sin predicar ni confesar hasta que , informado de su por– te, dispong a lo que me parezca: Así descansará la superioridad de los disgustos que le causan los em– peños a que da lugar su repugnancia al claustro ». Leyóla el Siervo de Dios con grandísimo sentimien– to , pero sin perder la tranquilidad , y se fué a manifes– társelo al P. González, no para quejarse , ni menos para defenderse , sino para que conociese que era verdad le que él tantas veces le había di cho y ahora el 2eñor por medio de su Prelado se lo ponía de ma– nifiesto. Oyólo el P. González con serenidad, y viendo que allí había misterio , sólo respondió: -Y bien ¿qué es lo que piensa hacer? - Obedecer al punto, y dar gracias a quien tanto se interesa en el aprovechamiento de mi alma. -Pues vaya , y hágalo, como el Señor le dicte. Tomó entonces la pluma , y contestó al Padre Provincial, en términos tan humildes y expresivos, que, echándose a llorar el Padre Provincial, llamó a su Secretario y le dijo: -Verdaderamente nuestro Fr. Diego es el fraile humilde que describía nuestro Seráfico Patriarca .

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