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-324- Vuestra Caridad me dice, pues estoy temeroso de si habrá algún disturbio. Puede con toda seguridad atestiguar a nuestros Padres, que yo, ni directa ni indirectamente, he pensado ni pensaré jamás en tur– barla, aunque me viera de Gobernador del Consejo, pues, a Dios gracias, no tengo partido. Soy como Ivlelquisedec, sine patre, sine maLre, sine genea– logw y vivo gustosisimo con cualquier Prelado que tu\'iese o fuese electo; y, a decir verdad, más lo de– seo extraño que de los que pudieran decirse míos » (!) Casos ocurridos. - Cuando los Superiores, o mejor dicho, el P. Provincial Fr. Fr ancisco]. de Cá– diz, le impuso el retiro de Casare:;, aunque aq uel acto de obediencia le costaba sacrificar enormemen– te su prestigio, obedeció y calló, como hemos visto. Igualmente, cuando le indicaron que cortara las di– recciones espirituales que le ab rumaban y agrava– ban su enfermedad, cortó inmediatamente con todas, a pesar del bien inmenso que hacía a las almas . Una de sus dirigidas, que le instaba a que no la abando– nase, recibió esta respuesta: «Ahora conozco mejor la razón que han tenido mis Superiores para separar– me de la dirección de los espíritus. Claro está que no sr-,y para ello, pues si lo fuese no estaría usted tan atrasada en la virtud, cual se mani fies ta en su car– ta. Me aconseja usted en ella y me ruega que re– presente contra la orden, que suplique a mis Supe– riores que la revoquen, alegando el bien de su alma y el de otras. ¡Buena obediencia! ¡Buena obedien– cia! No permita Dios que tal sea la de usted para con sus Prelados y Director que elija ». (2) Predicando en Andújar, se empeñaron el Sr. Obispo de Jaén y (1) Correspondencia con el P. Eusebio. Cart·a 27 mayo 17f:i5. (2) P. Luis A. de Sevilla, pág. 221.

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