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-323- -«Amo tanto el retiro del claustro que no sé ex– plicarlo; pero en el momento que el Padre Guardián me manda dejar! ,,, me parece que, si no salgo pron– to, se ha de caer sobre mí ». Obediencia a sus Superiores.-La obediencia Dios, manifestada en el cumplimiento de sus leyes, fué exactisima; y como medio de no err&r, no em– prendió negocio alguno ni dió paso en sus Misiones, ni en la misma vida espiritual, sin consultarlo y su– jetarse a la decisión y mandato de sus Superiores y Directores. Basta sólo leer su correspondencia con el P. González y con el P. Alcober, para conven– cerse de que no dió un paso sin estar convencido de que aquella era voluntad de Dios. Esta obediencia fué puesta a prueba en los errores que el P. Alcober cometió en su dirección; mas, a pesar de todo esto, la obedien cía del Beato no flaqueó hasta la muerte, siendo la fidelidad personificada. En la obediencia a los Prelados llegó a extremos que asombran. Hablaba al Padre Superior de rodi– llas; no se atrevía a hablar en su presencia, y estaba delante de él como cortado y poseído de una santa veneración. ( 1) En la celda del P. Superior no se atrevió a entrar, si éste no se lo mandaba, quedán– dose siempre en el umbral de la puerta. Como todos en tropel lo buscaban, cuando estaba en el convento, procuraba algunas VE.ces esconderse; mas se daba el caso de que, cuando lo bm,caba el Prelado, parecía que estaba esper::indolo detrás de la puerta, y nunca lo hizo esperar, antes parecía adivinar sus pensa– mientos. Le era indiferente tener unos u otros Supe· riores, y en materia de elecciones no se inclinó a nin– gún partido: «Me alegro - escribió al P. Eusebio– que haya sido la Junta (Defin ición) con la paz que (1) Proc. 299.
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