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-322- Sabi endo, pues , qu e debía ser modelo y ejemplar en la guarda de sus votos, y conociendo qu e «la obe– diencia es el med io más eficaz para conseguir la per– fección ; que es madre , maestra y conservadora de las demás virtudes ; y que consiste en una ofrenda que se hace a Dios de nuestro propio querer, en una voluntad de hacer cuanto los superiores manden o <:ualquiera otro, que en algún modo es mayor, nos impone, y en un particular esmero de no hacer en -cosa alguna la propia voluntad, se resolvi ó a cami– nar por esta estrecha, pero segura senda , obedecien– do con devoción y pi ,cdad en cuanto le fué mandado y no haciendo nada absolutamente sin la 2probación y benepláci to de sus Directores >> La obediencia del Beato D iego puede condensarse en estos tres pun– tos: obediencia a Dios, a los superi ores, represen– tantes de Dios, y a los inferiores por amor de D ios. Cuando el jovencito Fr Diego, hincado de rodi– llas, fué preguntado por el P. Silvestre de Anteque – ra «que fin le guiaba a profesar » salió de sus labios esta contestación sublime: -No hacer en nada mi voluntad-. Si en otras cosas ~e le vió distraído en el tiempo en que él dice que no tu vo de religioso .sino el hábito, no decayó nunca en la obediencia . en la que fué exactísimo. En los seis años que de Pa · dre joven estuvo en Ubrique , respl andeció esta obe– diencia de un modo ex trao rdinario. Por embebi do -que estuviese en la oración, el estudio o en las fae– nas materiales, llamarlo el Superi or y estar a su lado era una misma cos a. En una ocasión ll egó a decir a su compañero de entonces, el P . Tadeo de Ub ri que: tanto se empeñaron en defendernos. Pno in fiérase su esmero en insp irar venernción a los reli giosos de lo que está impreso en va ri os de sus sermones, hablando con– t ra los libe rtinos y enemigos so lapados del estado reli– ligioso. » P. Lu is A. Je Sevilla, pág. 192.

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