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- 315- Juicio de sus sermones. Hablando con D. Lo– renzo Ortiz y Zárate, familiar del Cardenal Delgado y preceptor de los hijos del Duque de Medina.:eli, como éste chanceara del empeño en buscarlo y oirlo que tenían las gent es, empezó el Beato a vilipen– dia rse y afiadió: - «Que no sabía como había pacien– cia y sufrimiento para oír sus disparatados sermones, cuando debían arrojarlo del púlpito a tronchazos. » Y como entonces le preguntase D. Lorenzo si acaso creía predicar disparates, respondió: -«No, pero conozco que predico disparatadamente, y que por mi rudeza y desmedida ignorancia echo a perder en tanto grado las buenas cosas que el Señor me su– giere, que suelo a veces serme a mí mismo insufri– ble. » (1) Suceso de El Carpio.-Yendo a predicar a Mon– toro, se pararon en una venta, no lejos de El Carpio, para tomar algún alimento, especialmente los reli – giosos que con él venían. El pueblo de El Carpía, que desde una altura vecina atisbaba su paso, al sa– ber que estaba en la venta, echó a correr en masa hacia ella . El Beato, dejando la comida y aprove– chando la confusión, se alejó y los dejó a tod(•s bur– lados. Pasó por Pedro Abad, y valiéndose de una es tratagema, despistó a la gente que también le es– taba esperando. Cerca de Montara esperó a los su– yos para hacer la ent rada solemne. Este deseo de evita r aclamaciones y humillarse le costó aquel día quedarse sin comer, después de siete leguas de ca– mino, y tener que subir al púlpito y predica r , no sin gran admiración de los religiosos y seglares que le venían acompafiando desde Córdoba. )>(2) Carta s al P . González.-La encantadora humil- (1) Relación de D Lorenzo Ortiz y Zara te (2) !bid. Proc. 278.

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