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-298- Sier vo de Dios apenas nos ha descorrido el velo de estos sucesos. Visiones horrendas, sustos, tentacio– nes violentísimas, y hasta malos tratos recibió del demonio, envidioso de los trabajos del gran misione– ro, al que no podía perdonar le arrebatase tan gran número de almas. Hemos dicho que en Cádiz y en Ubrique el demonio lo arrastró y lo quiso matar. En la madrugada de un día de la Encarnación le dieron tan formidable paliza, que lo dejaron medio muerto. En Málaga, durante la Misión, intentó el demonio ahogarlo. En todos estos trances su paciencia fué invicta, y escapó con el auxilio de la S antísima Vir– gen. En Cádiz le vieron correr despavorido y refu– giarse en el al tar de su protector S. José. Desamparos divinos- Su heroica paciencia fué ejercitada además por los desconsuelos di vinos, ari– deces, ted ios, repugnancias y desolaciones interio– res. Supra modum grauati sumus, supra virfu– tem, ita uf tcederet nos etiam vivere, podía decir con S. Pablo. Hemos sido cargados de tribulaciones sobre nuestras fuerzas, de tal mJdo que nos causaba tedio la vida. Foris pugnae, intus timares. Por fuera luchas, por dentro temores, era lo que sentía en los momentos en que Dios pone a prueba la pa– ciencia de sus siervos, arrecia la tribulación, fla– quean las fuerzas, se sienten responsabilidades enor– mes y aun las puertas mismas del Sagrario parecen de bronce . En estas horas de angustia, que hemos seguido paso a paso en su vida ¡cómo brilla su invic– ta, su altísima paciencia! Ni las enfermedades, ni los trabajos, ni las per– secuciones, ni el furor de los demonios, ni los mis– mos desconsuelos divinos, ni una vida de lucha y de choque continuo con los intereses del mal, lograron quebrantar su paciencia. antes bien resplandece en el Beato Diego ese perdón generoso que caracteri-
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