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- 297 - •en dejarse desnudar en el Calvario )) (1) En la enfer– medad que tuvo en Ronda, en 1797, fué duramente probada su paciencia. Se le representaba que en el aumento de la fiebre había de morir; que le quitaría el Señor la paciencia, en justo castigo de sus peca– dos, y que, llevado de la impaciencia y desespera– ción, se condenaría sin remedio. El miedo y la tris– teza que esto le ocasionó fueron terribles. Clamaba a nuestro Señor Jesucristo y a la Virgen Santísima, repitiendo: Quoniam ab ipso patientia mea, y recordando aquellas palabras: Vm illis qui perdi– derunt sustinentiam, se atribulaba aún más su espí– ritu. Entonces le sobrevinieron las dos visiones de los gatos, que en su lugar dejamos descritas. Solía decir que se extrernecia y aterraba sólo de recordar– las. En 1799 le volvió a repetir el cólico hepático y el ataque de ictericia, y en los agudos dolores de él, le sobrevinieron las tentaciones contra la paciencia y el miedo de que le faltara para resistirlos . En los re– cios dolores, al preguntarle cómo estaba , respondió: - «No va peoP> o a lo más: -Algo aprieta el dolor ». En estas enfermedades, y generalmente en todas las de su vida, pues nuestro Fray Diego fué un enfermo habitual, fué modelo de paciencia, no se le oyó una queja, ni abrió sus labios para pedir nada, y contento y alegre en su mismo padecer, solía respon– der a las atenciones de los que le cuidaban : - «Dios le pague tanta caridad, )) (2) Persecuciones diabólicas. - Otro género de trabajos, de los que sólo trataremos ligeramente, y en los que tu\'o que ejercitar no poco su paciencia , fué en las persecuciones diabólicas. La humildad del (1) P. Luis A. de Sevilla, pag. 314. (2) Cartas de conciencia al P. Alcober, 28 de mayo de 1799

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