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-296- a Valencia , por pretender convertir y que hiciera test amen to un enfermo rico , el cual lo echó de su casa, saliendo el Beato, si gozoso por los insultos recibidos, llorando por ve r la perdición de aq uella alma. Paciencia en las enfermedades.-No ejercitó menos su paciencia en las enfermedades. En la pul– monía que padeció en Sevilla, viendo su ejemplar e invicta paciencia, un novicio, tentado de deja r los hábitos, desechó, edificado, las tentaciones diabóli – cas, perseveró y murió en olor de santidad . Llamá– base Fn: y Manuel de la Redondela. El Beato, a s u muerte, hizo un elogio admirable de sus virtudes: «Ado remos-escribe-los incomprensibles juicios del Altísimo. Considero a Vuestra Paternidad afligido por la temprana muerte del Padre Fray Manuel. Conozco que tiene razón; pues Vuestra Paternidad ha perdido un discípu lo que le daba honor, la Provin – cia se vé sin un hijo, en que fund aba esperanzas de que en vida y doctrina aumentaría el suyo, y la Iglesia se vé sin un misionero muy laborioso y útil. Siempre le tuve particular amor y respeto. C uando lo oi predicar en Jerez me conmovió mucho. Tocios debemos sentir su muerte , en la que no pude asistir– le, porque instaba mi viaje. Raptas est ne malitia mutaret intel!cctum ejus )> (1) ¡\fo rió en Málaga en 1796. En la oper;-ición que sufrió en Cádi z deb ió sufrir horriblemente. <( Sólo Dios sabe, hermanos rníos,-so– lía decir a los religiosos-lo que mi carne y mi espi– ritu padecen e n estas operaciones . Para sostenerme en ellas me es indispensable prevenirme con la me– moria de nuestro Señor Jesucristo y de su paciencia (1) P. Luis A. de Sevilla, pág. 313.

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