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-:295 - su ofensor, tiró a disculparl o, y aun no sé si haci ¿n– dose él mismo culpable por aqu ietar los ánimos. El mismo Padre Cárdenas, que confesó al Beato, du– rante su estancia en Madrid, y lo llamaba <( ánge l en carne humana )) , valiéndose de su autoridad, dijo al Padre Eusebio que no lo tratase así y que debía be– sarle la suela de sus sandalias. )) (1) A estas regañ inas debió estar acostumbrado el Beato Diego. El Padre Eusebio había sido su Maes– tro de novicios, y lo trataba y correg ía como a un niño, y aunque muchas veces le hizo sufrir con sus genialidades, por lo demás ya hemos probado que fueron y siguieron siendo amigos hasta la muerte, lo que demuestra la correspondencia que se conserva, y prueb a la confianza que el uno en el otro tenía. Paciencia en los trabajos.-Donde tuvo que ej ercitar continuamente su paciencia fué en sus via– jes a pie, con calores, fríos, lluvias y nieves; en su predicación abrumadora; en la resistencia de los ma– los y en s u-, ataques francos o di simulados; en sufrir las acometidas de la muchedumbre que le oprimía, lo estruj aba y le cortaba el hábito y manto a peda– zos; en las desgracias que ocurrían en las grandes aglomeraciones de su predicación, las cuales lo traían en continuo sobresa lto ; en las necesidades que veía sin poder socorrerlas, res ignándose cuan– do era volunta d de Dios no conceder el milagro pe– dido, y sobre todo en treinta años de ministerio y de luch as, especialmente en las expediciones fuera de Andalucía , donde consta que tuvo que padecer muchísimo, y pusieron pasquines en contra suya y lo persiguieron. En otro luga r hemos insertado la sarta de imp ro perios que se ganó , viniendo de Barcelona (1) Relación de D. Nico lás Ortiz de Zárate-Cró· nica del Convento de Ubrique. Año 1'lül .

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