BCCCAP000000000000000000000178

-292 - En otro pueblo se tramó una conspiración contra él. Un amigo del Beato, asustado, tuvo con el Sier– vo de Dios una entrevista, en la que trató de con– vencerle de que con un pretexto abandonara la Mi– sión y esquivara el peligro. En favor de su proposi– ción le citó el pasaje del Santo Evangelio, que dice: «Cuando os persigan en una ciudad, huid a otra » El Apóstol de Cristo, con gran serenidad, respondió: - «¿Cómo quiere usted que interrumpa la Misión, que con tanto fruto estoy haciendo? Las palabras que usted me al r>ga, los medios que me propone pa– ra ausentarme sin nota, bien los entiendo; pero des– de que usted empezó a hablarme , se han fi jado con mucha viveza en mi idea estas expresiones de nues– tro Redentor, que deben ob rar en estos lances: ,Volite f1mere eos qui occidunf corpus, animam aufem non possunf occidere. No querá is temer a los que matan al cue1·po, pero no podrán da r muer– te al alma .. > Siguió la ,\:lisión, combatiendo con igual brío, y la concluyó con grandisimo frut o.(!) Amenaz<1s de destierro. - En una ciudad, en el fragor de la lucha y azorado de lo que oía contra él, lo buscó otro amigo, y con carifio g rande le dijo: -Padre , estoy aflig id isirno ele lo que oigo. Me temo que se le pre pa ra un g ran pesa r , 110 só lo ele verse privado ele predi car, sino que tal vez lo destierren ele! reino. Todo se evi ta con que Vuestra Paternidad disimule o no habl e con tanta claridad » Su respuesta foé apos tó!ica : -- Lo que yo siento es que nada el e lo que usted teme se verificarú, porque no soy digno de padecer por el nomb re ele Jesús tal contumelia o vej aci ón. (1) P. Luis . \ntonio de Sevi ll a, pcig-. 3!-1

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz