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- 2'37 - antes de las cuatro, y aun este corto descanso fué durante muchos años en el duro suelo o a lo más sobre tres tablas, y por almohada un grueso ma · dero. (1) No dormía siesta En las casas donde se hospeda – ba amanecía la cama intacta, y en los grandes fríos no se cubría sino con una sola manta. Cuán gra– tas fuesen a Dios estas penitencias, se demostró en la conmoción de los pueblos, la conversión de innu– merables pecadores, los castigos divinos que se evi – taron , por aparecer an te los ojos de Dios nuestro Beato como una victima expiato ria de los pecados de su puebl o. En aquell a sociedad muelle y fastuosa, la figur1 del Beato Diego , austera, penitente, cu– bi erta de cil icios, era una ll amada enérgica a la pe– niten cia y a la mortificación de la religión de Cristo. El P. GJ nzález, hablando en p~esencia de va rias person:1s de dist inción, hizo el siguiente juicio de la penitencia del Siervo de Dios: - «Si me tocase la suerte de predicar las honras de Fr. Diego, no haría otra cos;;i que referir lo que hizo S. Pedro de Alcán– tara , sin más diferencia , que donde dice Pedro, diría yo Diego c> . (~) Mas, antes de cerrar este capítulo, hemos de ad– vertir que , siendo Dios admirable en sus santos, es– tas penitencias asombrosas, más son para admiradas que para imitadas . Así como sería locura pretender (1) «En las casas a que llegaba, yendo de camino, se valía de ciert:-1 e~tratagema para que no fuese ad– vertida su mortificación. Luego que se quedaba solo en el aposento o sa la . quitaba el co lchón, o se acostaba en el suelo, y antes de salir de ella por la mañana se acos– taba en la cama, para manifestar o dar a entender que había dormido en ella. ,)·-P. Miguel de Otura. - Resumen, de la vida del V. P. Diego J. de Cá diz. (~l P. Luis A. de Sevilla. pág. 152.

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