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- 280- otra vida, hábitos de dominio propio y garantías parai no caer. Y así como sobre el alma pecadora resue– nan las palabras de Cristo: «Si no hiciéreis peniten– cia, todos igualmente pereceréis ;>; sobre el alma ino– cente y santa resuenan a su vez est as de S. Pablo: «Castigo a mi .cuerpo y l o reduzco a servidumbre, no sea que predicando a los demás me vuelva répro– bo yo mismo. ;> Hay en el hombre , aun sobre las al– turas de la santidad, unn propensi'ín temible al pe– cado , y por esto la fórmul a de la vida cristiana es la negación de sí y el seguim iento de Cristo. Si se mortifica y hace penit encia el pecador es para, expia r su culpa, dar sa ti sfacci ón a la di vi na j usticia, merecer el perdón y la con donaci ón de la pena, y evitar nuevos pecados propios y expi ar los ujenos. En el seno del pueblo crist iano y en la soledad de los claustros hay también almas inocen tes. que det ienen la cólera divi na sobre los pueblos, alcanza n con sus peni tencias l a conve rsión de !os pecadores,y d:rn g lo– ria a Dios, procura ndo la serneja11za con Jesucristo Cruc ific9do, porr¡u e no hay prueba del amor, como el dolor vo luntHr ia:11e11te acep tado y sufrido, y en to– dos tiempos el ver sufrir y mo rti f icarse a una nersona inocente, desa rma !J mismo ni ,y rn;,; ·,11 del hombre que al corazón de D ios . En la ,·ida del Beato Diego, además de estas consideraciodes , ilay que t ener presente otro hecho. Si a todo un Sc111 PHblo . arreba t ado al cielo, donde vió lo que la lengua lrn:rnma no puede expresar, pa ra que la mag nitlld y grandeza de las r evelaciones no le ensoberbeciera, se le dió el estímulo de ia carne, un ángel de Satanás para que lo ejcr citars, y, nl clamar el Apóstol n Dios que lo libertase, le fué respondido: «Bastan te tienes con mi gracia, porque la virtud se perfecciona en la tribulación ;; r.~órno a es1e nuevo San Pablo, mlonrn do como aquél con la mi -

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