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-276- le diré a Dios: ¿Qué hago yo aquí parado? ¡Déjame, Seiior, dame licencia para ir a la Misiór., y entonces andarlo todo, el li mbo y el infierno, y ú:timamente hacerla a los santos del cielo. » (1) Aniquilarse por serv ir de instrumento a Dios, dar su vida por Dios y por sus prójimos , carecer de la vista de Dios hasta el día del Juicio, servir de puer– ta al infierno para que rn,die se condenase, trabajar sin estipendio hasta el día del Juicio sin más paga que log rar el bien de las almas y In gl or ia de Dios, hacer Misión en el infierno, en el limbo y aun en el cielo mismo, convertir a todo el mundo ¿no es esto la locura del celo santo y de la caridad divina? ¿Qué haría él en el cielo tanto tiempo parado? ¡Ah! Rogar por España, por la Iglesia Española , por las Ordenes Religiosas y por el pueblo de Dios. Consta por una revelación que en el cielo hace aún más por nosotros que durante su vida en la tierra, y desde luego en las horas de la tribulación amarga , en los días de la persecución, el Beato Di ego sigue orando por su pueblo y pidiendo a Di os que envíe operarios y após– toles para que con ti míen su obra. Celo, gobernado por la prndencia. - Este celo nunca fué indiscreto. En sus doctrinas, en su predi – cación, en sus dictámenes, nunca exigió más de lo que manda la Santa Madre iglesia, apartándose a!Ín del parece r de su Director, cuando se trataba de im– poner cargas insoportables a las almas y de multipli– car los pecados mortales sin necesidad. En el confe– sonario fué la paciencia y la dulzura personificadas. Nadie salió de sus pies o de su celda sin dejar de ser consolado y ensanchado su corazón. «Me ha dilatado -exclamaba un penitente-la absolución; pero, aun- (1) El Director Perfecto. Carta de! 16 de mayo de 1779.
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