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CAPÍTULO XVII Celo por la salvación de las almas «Nace el celo en el justo de la caridad con que ama verdaderamente a Dios y al prójimo;-dice el S=11or Santo Tomás- y así el amor a Dios le hace que procure excusar en los hombres sus ofensas, y el amor al prójimo que se esmere en evitar su perdi– ción y solicitarle s·u remedio ». (1) «Es propiedad in– separable del amor a Dios, a diferencia del amor profano, el deseo vivo y eficaz de qut> todos le co– nozcan, para que conociéndolo lo amen, amándolo lo sirvan y después eternamente le gocen, porque sien– do infinitamente amable la bondad de su objeto , y tan en sumo grado limitadas las facultades de la cria– tura, que no le puede amar como vé que lo merece, apela a los afectos y deseos de que todos le amen para que lo suplan en algún modo ». (2) Conforme a estos dos grandes pensamientos, se desarrolla el celo del Beato Di ego. ¡Hacer que no se ofenda a Dios y hacer que se ame a Dios! ¡Y se ofen– de a Dios en aquella Espa i1a cubierta de templos y santuarios, en aquella patria donde abundan los e– jemplos y doctrinas de infinitos santos, custodiada (1) Beato Diego José de Cádiz. Sermón de San Pedro Mártir, pág. 11 8 (2) Beato Diego J. de Cádiz. El Ermitaño perfec- to, pág. 595. -
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