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- 2G8 - de su Iglesia, con cantidad de dinero, padecía hasta que se descubriesen )) . (1) La correspondencia del Beato Diego con esta Sierva de Dios contiene muchísimas cartas, como estas, que, por ser de sujetos hoy para nosotros des– conocidos, omi timos. Para asegurarse más el Beato Diego de la ver– dad de estas apariciones, ordenó a la Hermana Anto– nia , de acuerdo con el Padre González, les hiciera poner a las que se le aparecieran una de sus manos sob re un li enzo, y escribiese el resu.ltado. La prime– ra que puso la mano sobre el li enzo lo dejó muy quemado, y ella remitió el lienzo al Pad re González y al Beato Diego. Después de esto , por ma ndato del Siervo de Dios, envió otros 15 lienzos con las manos estampadas y relación minuciosa de quienes eran, qué le hr1 bían dicho, cómo y cuándo se libraron de las penas. (2) De todos los documentos, relativos a este asunto, quGhemos examinado , hemos sacado , en primer lu– gar, un altísimo concepto de la misericordia de Dios, e igualmente el convencimiento de que es mucho más lo que se n0s oculta en la vida del gran Após– tol, que lo que ha podido recoge r y consignar la his– tori a. ¡Cuántas almas debieron salir a la puerta del cielo, en el día de su glorioso tránsito , conquistas inapreciab les de su acendrada caridad, ávidas de to– mar parte en su triunfo! De Cristo se profetizó que el pobre y el desvali– do alabarían su nombre. Del Beato Diego puede de– cirse lo mismo, porque al examinar su vida, sus es– critos y su apostolado todo , la caridad con Dios, la (1) !bid. (2) Vida de la Hermana A11tonia de Jes lÍ s Ti rado (Manuscrito) Cuaderno, 28.
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