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- 23- momento de absoluto silencio, oiríase el caer de las lágrimas de sus oyentes, epilogo obligado de sus .actos de contrición con el Crucifijo. A este conjunto de cualidades oratorias, añade el Beato otra no menos estimable, y es la rapidísima .adaptación al medio. Sabe ponerse al nivel del audi– torio, mejor dicho, compenetrarse completamente -con él. Ante :1os reyes y príncipes, es el embajador de Dios; ante los sabios, habla y se expresa como sa– bio; ante los literatos, militares y abogados, como liten:to, militar y jurista; ante los humildes y rudos, desciende hasta hacerse entender de ellos; y en tan– tos y tan distintos auditorios, entre gentes norteñas, adustas y duras, y meridionales, todo pasión y senti– miento, nuestro Beato Diego obtiene los mismos y señaladísimos triunfos con su genial y apostólica elo– cuencia. Nótese que cada sermón del gran Apósto l es un .acontecimiento en las ciudades de Andalucía y del resto de España; sus auditorios, lejos de disminuir, van cada día en aumento; en treinta años de predi– .cación no se. agota y es siempre original y nuevo; los oradores de entonces son sus mayores panegi– ristas; y la impresión genera l de su tiempo es que ha resucitado un S. Pablo, un S. Antonio de Padua y un .San Vicente Ferrer. Nuestro Beato Diego cultivó todos los géneros •oratorios. Panegíricos, homilías alocuciones latinas, oraciones fúnebres, sermones morales y de Misión, sermones catequísticos, conferencias, ejercicios a los sacerdotes, todo lo dominó a perfección. Tan admi– rable es en un sermón teológico, como en una ins– trucción catequística, de las cuales se conservan :algunas, que son verdaderamente primorosas. Determinar en esta prodigiosa elocuencia cuál es -la parte sobrenatural y hasta donde llega la natural

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